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Hablemos del fracking: entrevista con Luis Rojas

Luis, con el afiche de su documental de fondo.
Por Lautaro Peñaflor

La fractura hidráulica (más usualmente conocida como “fracking”) es un método utilizado para extraer gas y petróleo del suelo, con ciertas particularidades que lo vuelven una técnica de dudosa conveniencia. Se trata de un método altamente contaminante, llevado adelante en su mayoría por enormes empresas trasnacionales, que produce desequilibrios en los suelos y demás elementos de la naturaleza, que utiliza bestiales cantidades de agua, que expone a los pueblos aledaños a riesgos incalculables (cuyos ciudadanos no son consultados acerca de si desean ese tipo de desarrollo para ellos mismos) y cuya conveniencia económica es discutible.

En Argentina, 12 provincias ya tienen perforaciones, están próximos a tenerlos o tienen proyectos de que así suceda. Existen, asimismo, numerosos grupos ambientalistas o específicamente opositores a este método que luchan por incorporar este tema a la agenda de discusión pública, y así lograr decirle “no” a la fractura hidráulica.

Luis Rojas es músico y documentalista, y vive en Bahía Blanca. Entre sus producciones, se encuentra “Ni aquí, ni allí ni en ningún lugar”, un documental muy aclarativo (disponible en este enlace, y que recomendamos enérgicamente ver) , que pone de manifiesto qué es y cómo se hace la fractura hídrica, haciendo foco en los peligros que supone, y en la situación en la que se encuentran ciudades de otros países (como Estados Unidos), que ya sufren consecuencias peores, y que pueden servirnos como “espejo del futuro” a nosotros. Así, pasan testimonios de expertos y artistas, fragmentos de situaciones en otras latitudes y gran cantidad de datos útiles para conocer en forma analítica la cuestión.

“El Atelier” habló con Luis Rojas acerca de su documental y de la problemática del fracking en general y en nuestro país. El documentalista nos recibió cálidamente en su casa, y se aprestó a una extensa charla en la que no quedaron dudas. Se muestra convencido de sus muy fundamentadas posturas y, por lo tanto, resulta convincente escucharlo. Nos comenta que estudió mucho el tema para emprender la realización del documental, y apela constantemente a la necesidad de un compromiso ciudadano activo para controlar los riesgos a los que nos expone esta técnica extractiva.

En la primera parte de la entrevista, nos encargamos de definir el fracking, dimensionar sus riesgos y su presencia en el país y en nuestra zona:

-          ¿Qué es la fractura hidráulica, cómo se hace y qué perjuicios genera?

-          Se trata de un método para extraer petróleo y gas no convencionales, que se encuentra alojado en piedras poco permeables. Entonces extraerlo implica fracturar la tierra, haciendo perforaciones primero en forma vertical y después en forma horizontal, de dos a cuatro kilómetros de longitud. Luego se utilizan explosivos para fracturar la roca y finalmente se usan enormes cantidades de agua con químicos altamente contaminantes, que después regresan a la superficie. Eso provoca enormes perjuicios, porque arruina los suelos, usa descomunales cantidades de agua, la contamina terriblemente, provoca movimientos sísmicos… Respecto a los prejuicios, sucedió por ejemplo, que en Oklahoma (una zona que no es de terremotos) empiece a sufrir sismos, y hoy compite con California, que sí es zona de terremotos. El cambio climático está relacionado. Pero además hay riesgos para la salud de las personas, porque se usan metales pesados y sustancias radioactivas naturales o reforzado, y la población cercana resulta perjudicada, entre otras cosas, porque nadie les consulta si quieren este tipo de desarrollo para su pueblo.

-          En tu documental mencionás que las fuentes convencionales, menos contaminantes, aún no         están agotadas. ¿Por qué considerás, entonces, que se recurre a las no convencionales?

-     Está reconocido, incluso por Miguel Galuccio (titular de YPF), que la extracción por fracking es mucho más costosa económicamente que la convencional y también que implica usar extensiones territoriales enormes. Tampoco genera tantos ni tan importantes puestos de trabajo. Pero atrás del fracking hay cuestiones geopolíticas y de negocios. La fractura hidráulica es un gran negocio para las empresas multinacionales que se instalan en los países con tecnología que ellas únicamente disponen, e incluso hay cuestiones que tienen que ver con subsidios, por ser los únicos que pueden desarrollarla. Todo un negocio que con los métodos extractivos convencionales no se da.

-          ¿Tenemos casos cercanos a nuestra zona?

-       En pueblos de la provincia de Neuquén, por ejemplo Añelo, hay un desarrollo enorme del fracking. Ahí ves que lo que antes era un pueblo chiquito, ahora se desarrolló de una forma sorprendente. A los habitantes del pueblo nadie les consultó, por supuesto, si querían ese tipo de desarrollo. Además, si bien dicen que se puede explotar los pozos por muchísimo tiempo, lo cierto es que la vida útil de los pozos es de unos pocos años. ¿Después qué pasa? En Río Negro, tenés las plantaciones de manzanas y peras al lado, a diez metros, de los pozos de petróleo. Son pozos convencionales, pero activados con fracking, que es como se lo usaba al principio. Se afecta esa economía regional, que es más sustentable que el petróleo. Y en la Cuenca de Claromecó también hay proyectos extractivos de gas, como en varios puntos de la provincia de Buenos Aires, que se entusiasmaron con transformar la provincia en una provincia petrolera. ¿A costo de qué? No nos lo preguntamos.

-          Nombrás una cifra en el documental que es particularmente impactante: en Carolina del Norte, de 141 pozos de agua potable analizados, el 82% estaban contaminados. ¿Hay alguna cifra en nuestro país que nos permita dimensionar el daño?

-         Ese es un debe que tenemos. Son estudios realmente costosos. Al estar involucrado aprendés que el estudio situacional a lo largo del tiempo tiene que quedar registrado, para poder comparar. Tiene que haber un parámetro. Es necesario crear entes de control, que funcionen como instrumentos para poder hacer este trabajo. Pero las personas tienen que estar también controlando, porque los expertos pueden ser cooptados por los capitales.

     En el segundo tramo de la entrevista, nos adentramos en el futuro de la fractura hidráulica en el país y en los métodos alternativos a la misma que existen y son plausibles:

-          Parece que hay toda una decisión política de recurrir a las multinacionales y a la fractura con estos métodos. La actual gestión la ha reivindicado, y los dos candidatos que pueden llegar a la presidencia se han manifestado a favor…

-          Sí, incluso es significativo que el CEO de YPF sea Galuccio: es una persona que viene de trabajar en REPSOL y Shell, es decir que tiene el punto de vista de las grandes empresas. Ambos candidatos lo han elogiado y van a continuar con estas políticas. Por eso hay que luchar porque todos los partidos políticos, grandes y chicos, tengan como prioridad el cuidado del medio ambiente, por encima de los negocios.

-          ¿Qué métodos alternativos existen?

-      Lo que hay que lograr es un cambio en la matriz energética, hacia métodos menos contaminantes. Todos los métodos son contaminantes, pero lo son en mayor o menor medida, y ahí es donde hay que buscar. Hay que acercarse a una matriz de recursos naturales renovables, que se reutilicen constantemente y que sean limpias.
     No es imposible. Si vos vas a países que están muy cerca nuestro, como Uruguay o como el Sur de Brasil, encontrás muchísimos molinos de viento. Son sustentables, son económicos, son mucho más limpios. El problema es que este tipo de energía pierde atractivo como negocio, y hay intereses grandes atrás, de multinacionales que tienen gran poder. El uso de energía solar también es una alternativa. No hay nada más democrático que el sol: todo el mundo lo ve, todo el mundo lo tiene. Incluso continentes olvidados, como África, se verían beneficiados por un cambio de matriz que vaya hacia la energía solar.
Hay estudios científicos, universitarios, multidisciplinarios entre ingenieros, médicos, etcétera, en Estados Unidos que plantean un plan para convertir a Nueva York en una ciudad con energía limpia y renovable completamente, lograble en 20 años. Es una de las ciudades más grandes del mundo, de manera que en poblados más pequeñas es totalmente plausible. El asunto es que los negocios siempre están en el medio.

-          Tenemos un Presidente de la Corte Suprema que se dice ambientalista. ¿Ha habido fallos relacionados a la práctica de la fractura hídrica? ¿Existe alguna ley, o instrumento como los amparos que se puedan realizar?

-      Hubo hace unos días un fallo que obliga a difundir las cláusulas de los contratos entre YPF y Chevrón. Cláusulas secretas existen en todo el mundo, no es algo que solamente pase acá. Lo que pienso es que no hay que hacer foco solamente en el punto de vista legal, porque vos tenés una Ley y lo ves como un logro, pero después esa Ley o ese fallo puede quedar como una declaración de principios, con la sensación de que se logró algo, pero en realidad nada cambió. Lo importante pasa por otro lado, por convencernos de que esta práctica debe combatirse desde las mismas personas, con un compromiso activo. Además, si bien no existen leyes, es sabido que tenemos derecho a un medio ambiente no contaminado y equilibrado, está en la Constitución.

-        Pero es importante que muchos municipios se hayan declarado libres de fracking, por ejemplo…

-       Hay muchos municipios que han hecho esto, en el Litoral por ejemplo. Lo que yo veo más importante de estas ordenanzas es que surgen de reclamos del mismo pueblo, que alza su voz. Pero lo preocupante es que eso puede resultar una declaración de principios, abstracta, que termine siendo una suerte de mascarada. Hay que atacar de varios frentes, no sólo del legal. Sin la participación de los ciudadanos no se puede lograr nada.

Para finalizar, la charla con Luis Rojas viró hacia la necesidad de que el control provenga de los mismos ciudadanos.

-         ¿Por qué es importante que sean los ciudadanos mismos quienes tomen un compromiso activo?

-         Hay que partir de la base de que es un tema entendible para los ciudadanos. Por ahí cuando lo ves, te asustás, porque hay mucho material técnico. Pero también hay una gran parte que se entiende, y que es muy visible. Tenemos una experiencia cercana en la zona: el caso del dragado en Cerri. Ahí se pudo parar lo que se buscaba hacer, porque la gente no se desmovilizó en ningún momento. No logramos nada si los movimientos ambientalistas terminan siendo pequeños grupos, muy celosos entre ellos y negativos a la política, cuando lo que se necesita es que el cuidado del medio ambiente sea una propuesta que atraviese todos, absolutamente todos, los partidos políticos. Es la política la que decide si vienen las multinacionales a extraer y de qué manera. Evidentemente, a los pueblos no se les consulta y son ellos quienes tienen que exigir su derecho a ser informados, a formar parte de la toma de decisiones.
    Hay que ser racionales en eso, y tienen que ser los ciudadanos quienes lo exijan, porque en el compromiso activo tienen un poder de control muy grande. Si los ciudadanos se unen, aumenta la fuerza y la capacidad de disuadir aún a las personas que vienen a informar sobre esas cuestiones. Tenemos que poder unirnos en las cuestiones nacionales que nos importan, que son vitales y que tienen que atravesar todos los partidos políticos, indiscutibles y con consenso. Es como decir “tiene que haber educación”: nadie está en contra, y después discutiremos qué educación. En este sentido hay que trabajar.

-         ¿Ciudadano de Bahía Blanca que ve el documental y dice “yo quiero participar”, qué puede hacer?

-      En principio, nunca perder la creatividad. Usarla en el mayor grado posible, para generar diversos tipos de cosas: material de concientización, formar una ONG para estudiar cuestiones ambientales, unirse a alguna ya creada, militar desde los partidos políticos para imponer esta agenda… Otra cosa que todos podemos hacer, y que es muy importante, es cambiar nuestra forma de vivir. Esto es fundamental, porque muchas veces se logra generar impacto, pero ¿qué pasa el día después? Si no se cambia la forma de pensar, no se puede emprender un cambio. Hay que vivir una vida con menos consumo irreflexivo. Seguramente usamos, por ejemplo, un mate generado a partir de combustibles fósiles, que lo podemos cambiar por uno de origen sustentable. Si la energía que usamos para vivir es cinco, diez veces menos, mucho mejor calidad de vida vamos a tener. Es matemático este punto.

Sin duda, el tema del fracking implica una gran cantidad de cuestiones acerca de las que nos debemos un gran debate. ¿Es el tipo de desarrollo que proponen las megaempresas el deseable para nuestro país? ¿Son esas las inversiones que necesitamos atraer? ¿Qué costo estamos dispuestos a pagar por ellas?

Lo que queda claro es que el poder de los ciudadanos organizados, una vez más, es trascendental para instalar este tema en la agenda pública. 

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