Por Lautaro Peñaflor
Hoy es un día histórico para los
argentinos. Por primera vez nos encontramos en una segunda vuelta electoral, en
la cual tenemos que definir entre los dos candidatos más votados en la
instancia anterior.
Contrario a quienes piensan que
una nueva vuelta electoral implica “más gasto público” o que “la gente está
cansada de votar”, opino que mientras más instancias de participación existan,
más refinada se vuelve nuestra democracia.
Estamos inmersos en un sistema
político caracterizado por una fuerte crisis de representación, en la cual los
Partidos Políticos y los mismos actores de la política, no logran encantar lo
suficiente a sus potenciales votantes. Al respecto, nos merecemos un profundo
debate.
Campañas de slogans, exceso de
promesas sólo electoralistas que no se cumplirán, posturas completamente ajenas
al pensamiento histórico y el comportamiento previo de los candidatos, una
corrupción que perfora la mayoría de los sectores de lo público, partidos
políticos camaleónicos desde lo programático, populismo descabellado por parte
de los candidatos, forman parte de este panorama poco alentador. Cada tema de
estos podría ser analizado en profundidad independientemente, aunque confluyan
en conclusiones conexas.
¿La solución? Compleja, casi
utópica, pero no imposible. De lo que puedo estar seguro, es de que evolucionar
de una democracia completamente representativa, a una democracia con mayor
nivel de participación popular, es un buen camino.
En el sistema democrático
representativo actual, quienes llegan a cargos de representación no dan ninguna
garantía de cómo actuarán, y terminan haciéndolo más por beneficio propio o de
su sector de influencia que por el bien de sus votantes, de la mayoría o de
todos los ciudadanos.
En este contexto, tender hacia
una mayor participación en la toma de decisiones públicas- junto a una gran
cantidad de medidas que estimulen el debate, el interés y la transparencia en
el ejercicio de funciones públicas- es un camino más que fértil.
Por eso, no hay “gasto” si
hablamos de volver más participativa la democracia, y que las personas “estén
cansadas de votar”, sólo puede alentarnos a buscar la forma de que la
participación sea mayor, más activa y más comprometida.
Un proceso electoral presidencial
que consta de tres instancias (PASO, primera vuelta y ballotage), es muy sano
para nuestro sistema. Luego, debatimos el resto. Por tal razón, votemos hoy con
responsabilidad pero, sobre todo, con muchas ganas. Exigirle a nuestra política
y a nuestros políticos depende, en gran medida, de nosotros: los ciudadanos de
a pie.
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