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Por Lautaro Peñaflor
Entre 330 y 500 paquetes de fideos, según qué marca elijamos. Eso llega a comprar en Argentina un jubilado que cobra el haber mínimo. Pagar un alquiler promedio se llevaría más de la mitad de la suma. En realidad, resulta innecesario intentar dimensionar comparativamente la cifra: basta con decir que son $4960-, con el recientemente anunciado aumento, conforme a la Ley de Movilidad Jubilatoria.
Cualquier persona que conozca, al menos a grandes rasgos, los costos actuales de vida, sabe que la cifra es paupérrima, máxime considerando el contexto inflacionario que estamos transitando, que alcanzó incluso a varios servicios públicos.
El hecho de que el número llegue al emblemático 82% del salario mínimo vital y móvil (no lo hace por poco, en realidad), es un dato completamente distractor, ya que el mismo también está completamente desactualizado.
Cobran la mínima más del 70% de los jubilados argentinos. Aunque, claro, no todos ellos viven únicamente de esa jubilación, no debemos olvidar que los que sí afrontan esa situación constituyen una porción de la población de las más vulnerables, y por ello, merecedora de haberes que garanticen el acceso a condiciones de vida completamente dignas.
Si bien es cierto que el desfasaje de la cifra viene arrastrándose desde hace varios años, el nuevo gobierno decidió no alterar demasiado la cifra porcentual que sus antecesores venían aplicando, al menos en la primera actualización de las dos anuales que la Ley obliga.
Si bien debemos destacar la incorporación de miles de nuevos beneficiarios al sistema previsional durante la década que pasó (política pública progresista de ampliación de derechos que no debe abandonarse), resulta sumamente extraño que el gobierno de Mauricio Macri haya decidido continuar con el ridículo ritual iniciado por Cristina Fernández de anunciar con bombos y platillos un aumento del 15,3% en las jubilaciones, cuando en realidad se trata de un dato vergonzante. Nada hay festejable en ese jocoso anuncio.
¿Hasta cuándo vamos a seguir marginando a nuestros adultos mayores? ¿Hasta cuándo vamos a seguir haciendo esta bola de nieve más y más grande? Los efectos de la avalancha son cada vez peores y más notorios.
Sin duda, era una buena oportunidad para iniciar con otra actitud frente a nuestros jubilados un nuevo período de gobierno, en lo referente al haber mínimo. Avanzar hacia el tan mentado 82% móvil sería justo y deseable. Por lo pronto, la oportunidad se desaprovechó.
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