Hay personas que tienen el enorme talento y la gran capacidad (no sé en qué orden nombrarlos) de hacer magia con las palabras. Se trata de ese tipo de humanos que, con un par de frases, logran dar vuelta la cabeza de quien los está leyendo. Esas letras, cargadas de una vitalidad gigante, hechizan a sus lectores y los hacen querer más y más de ellos.
Entre esos genios de la palabra, mi predilecto, es Eduardo Galeano. Dueño de una pluma admirada en todo el mundo, el Maestro Galeano es el pensador más influyente de las ideas latinoamericanistas y de izquierda.
“Las venas abiertas de América Latina”- tal vez su creación más aclamada- resulta bibliografía obligatoria para todo aquel que desee conocer la historia más allá de la historia de nuestro continente. Es menester adentrarse en él, para sumergirse de forma aguda, punzante y profunda en el despojo del que fueron víctimas los pueblos ancestrales de nuestra tierra.
Uruguayo de nacimiento, el Maestro Galeano trascendió las fronteras de cualquier nacionalidad, transformándose en un héroe del pensamiento de nuestro país y de nuestros hermanos geográficos, culturales e históricos. Eduardo Galeano es latinoamericano, de todos y cada uno de sus pueblos, sin distinción.
Asumió el profundo desafío de vincular su pensar con su sentir, lográndolo de forma óptima. Así, llegó a enormes masas, generando con cada uno de sus lectores un inalienable contrato de lectura implícito. Pocos escritores podemos nombrar que cuenten con una fidelidad tan profunda por parte de quienes los leen.
Eduardo Galeano es dueño de una claridad conceptual e ideológica incomparable. Sólo de esa forma, puede lograr mensajes de estructura muy sencilla, pero tan llenos de contenido que resultan capaces de hacer sucumbir el ideario de cualquier persona.
Galeano es capaz de mostrar en unas pocas líneas que el sentido común es más sencillo de lo que creemos, y que para encontrarlo, debemos desandar formaciones culturales que hicieron que el mundo esté “patas para arriba”.
Invita a soñar, reivindica las utopías, elogia el fútbol, cuenta cuentos, dedica textos a sus mujeres preferidas, nos hace decir “no”, o nos hace notar aquellos vicios que llevamos arraigados por misma sociedad de la que nos quejamos… Con su hechizo, el Maestro nos hace apasionarnos a través de su encanto.
El 13 de abril del año pasado nos dejó, aunque en realidad se volvió eterno. Sus palabras fueron, son y serán por siempre andantes, y estarán a disposición de cualquier persona que busque desafiar y desafiarse.
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